Echando a perder se aprende: Transición agroecológica

Echando a perder se aprende: Transición agroecológica

05/02/2021
Nataly Pinto Alvaro
Nataly Pinto Alvaro
Consultora externa | Ecuador

En el año 2018 en Ecuador, como Rikolto nos surgió la oportunidad de realizar una investigación-acción para entender mejor las estrategias de vida de las personas en un territorio en donde predomina la agroindustria, en particular el cultivo intensivo de la rosa. Especificamente en las zonas de Tabacundo, La Esperanza, Malchingui, Tocachi, Tupigachi y Pedro Moncayo.

En este escenario, nos preguntábamos si promover la agroecología era pertinente. Este modelo de producción que combina conocimientos ancestrales con la innovación e investigación científica para hacer agricultura orgánica sostenible y regenerativa.

Las conclusiones de un estudio preliminar aplicado en 336 personas sobre las estrategias de vida de los hogares rurales en un territorio orientado hacia la agroindustria, demostraron que no habían muchas personas dedicadas a esta actividad, debido a que no representaba una fuente considerable de ingreso. Muchas y muchos expresaron preferir ser asalariados en una florícola.

Con el paso del tiempo, la gente comprendió la importancia de tener un suelo saludable y varias personas pidieron una guía que resumiera las prácticas, recetas para preparar bioinsumos, ideas para combinar especies y sembrar árboles, entre otros.

Fruto de estos talleres surge la idea de realizar una Cartilla agroecológica. En principio, la cartilla tendría solamente 15 páginas pero finalmente aterrizó en un cuadernillo de 70 páginas.

No es una cartilla cualquiera, se trata de una cartilla que fue ilustrada por una joven de la zona y además está nutrida de fotografías y aprendizajes de los mismos agricultores.

Con la llegada de la pandemia, no pudimos ir más a campo y solamente en este enero del 2021 programamos una reunión y visita a las parcelas.

Pero no es una cartilla cualquiera, se trata de una cartilla que fue ilustrada por una joven de la zona y además está nutrida de fotografías y aprendizajes de los mismos agricultores.

Fue muy gratificante observar cómo las personas habían puesto en práctica los conocimientos adquiridos y que además habían mejorado las instalaciones en algunos de los casos.

Las agricultoras nos contaron que la gente volvió la mirada al campo en busca de alimentos frescos y sin químicos. Había muchas veces que se acaba toda su cosecha en las ferias locales y ya ni había necesidad de vender a la ciudad. Otros en cambio se organizaron para sacar el excedente a la ciudad y otros decidieron crear valor agregado.

Si tendríamos que volver a revisar la pertinencia en un contexto de pandemia, diríamos que sí lo ha sido. Las personas que contaban con una parcela diversificada tenían suficiente alimento, incluso para compartir con los vecinos y salir al mercado y fueron el ejemplo para muchos en su comunidad que posteriormente se animaron a hacer lo mismo.

No todas las prácticas salieron perfectas. En algunos casos nos equivocamos con la asociación de cultivos o trazamos mal la curva de nivel, pero nada que no se pueda corregir pues se trata de aprender haciendo y echando a perder se aprende.

Gracias a todos y todas los y las campesinos/as que han inspirado este texto y que nos han enseñado tanto. Gracias también a los técnicos y expertos con quienes hemos aprendido tanto en Ecuador como en otros países como Costa Rica, Brasil, México y Colombia. A fin de cuentas, este es un conocimiento común, de todas y todos para todos y todas.