¿Qué podemos aprender de la crisis del COVID19 para construir los sistemas alimentarios del futuro?

La pandemia actual ha detenido nuestra vida cotidiana y nuestras economías. Nuestros colegas y socios de Rikolto también están reajustando su trabajo a diario. Sin embargo, este también debería ser un momento de reflexión. Para Rikolto, esto significa analizar sobre lo que esta crisis representa para nuestros sistemas alimentarios actuales y las oportunidades que nos ayuden a moldear los sistemas del futuro.

"La pandemia COVID-19 sólo comenzó en el primer trimestre de 2020 y ya ha causado una crisis global en el sector alimentario. En Indonesia, por ejemplo las respuestas de las autoridades locales desempeñan un papel fundamental para garantizar el buen funcionamiento del mercado interno de alimentos. Los pequeños agricultores, como principal agente del sistema alimentario, se enfrentan a la incertidumbre debido a la restricciones de movimiento que afectan las actividades agrícolas, de producción y de distribución. 

En el sector de arroz las ventas aumentaron al ser un alimento de consumo básico, asi que uno de los socios de Rikolto en el sector de arroz en Java adaptó su forma de trabajo: utilizar máscaras y lavarse las manos con más frecuencia. Pero al mismo tiempo, los altos costos de transporte son una limitante. Por lo tanto, esperan que el gobierno garantice la disponibilidad de insumos como fertilizantes y semillas, y que facilite su distribución, de modo que la producción no se vea duramente afectada".  

"También vemos brechas entre la oferta y la demanda en ciertos sectores, por ejemplo, en productos perecederos como las verduras y las frutas. En Yakarta, como epicentro de COVID-19 en Indonesia, han impuesto restricciones de movimiento para evitar la propagación de la enfermedad. Esto ha dado lugar al cierre de restaurantes y a una disminución de las compras en el supermercado.

Esta medida reduce la demanda de alimentos frescos como verduras y frutas, pero los suministros de las regiones periféricas siguen llegando. Esta situación ha creado un cuello de botella en la cadena de suministro de alimentos, y ha generado desperdicios de alimentos debido a las limitadas instalaciones de refrigeración para la conservación de los alimentos frescos. El Ministerio de Agricultura de Indonesia se ha asociado con una importante plataforma tecnológica nacional de servicios múltiples para abordar este problema.

Los consumidores piden sus alimentos a través de una aplicación en línea y su pedido se entrega a través de los servicios proporcionados por la plataforma. Además, las empresas agrícolas locales de reciente creación han desarrollado plataformas de comercio electrónico para conectar a los agricultores con mercados más amplios en un intento de resolver el problema del acceso a los mercados. Al vincularlas directamente, este tipo de nuevas iniciativas ayudan a los clientes y a los productores. Por un lado, la gente puede evitar las aglomeraciones y prevenir la transmisión de enfermedades sin temor a quedarse sin alimentos. Por otro lado, se minimiza la interrupción de la cadena de suministro de alimentos y las ruedas de la economía local siguen girando.  

Podemos aprender de estas iniciativas sobre la importancia de crear sistemas alimentarios inclusivos en los mercados informales, que beneficien a los pequeños agricultores. También vemos que la participación de los gobiernos locales y los agentes privados es vital para crear inclusión y resiliencia del sistema a largo plazo frente a esas perturbaciones".

"Durante estos últimos días, tuve que pensar en algo que leí hace unos 10 años: "Hay un continuo entre la eficiencia y la resistencia". Un sistema que sólo es resistente, carece de eficiencia; un sistema que se centra demasiado en la eficiencia, no puede ser resistente. Lea: se colapsará en caso de un choque externo.

En ninguna parte esto es tan evidente como en la agricultura. Un monocultivo, con un solo cultivo, es muy eficiente ya que se puede escalar y especializar. Pero también es muy susceptible a enfermedades, en cuyo caso un agricultor puede perder todos sus cultivos e ingresos. Lo mismo ocurre si depende de un solo comprador.  

La noción se traduce fácilmente a escala mundial: un país que descuida su agricultura porque es más barato (más eficiente) importar alimentos básicos, se vuelve muy frágil en caso de crisis mundiales como la actual. Para muchos países, la crisis alimentaria de 2008 fue una dura llamada de atención en ese sentido. Ahora estamos ante un llamado de atención similar. Estamos experimentando una escasez de mascarillas bucales y ropa protectora para nuestros médicos y cuidadores, porque dependemos totalmente de la capacidad de producción de China.  

Nuestras tiendas y supermercados en Bélgica se vieron desbordados durante los primeros días de cierre. Sin embargo, gracias a los esfuerzos masivos de todos los héroes de la alimentación en nuestro sector agroalimentario, el suministro de alimentos se mantuvo.  

En Europa y Bélgica, a menudo debatimos si debemos invertir tanto en la agricultura. Y no digo que no sea necesario que se produzcan cambios considerables en la política agrícola de Europa. Lo que estoy diciendo es que toda política agrícola debería contribuir a un sector agroalimentario fuerte y localmente arraigado.  

La política del sector debería promover cadenas de valor transparentes, justas y ecológicas. Podemos lograr el equilibrio adecuado entre la eficiencia y la resistencia, manteniendo las cadenas de suministro lo más cortas y sencillas posibles para la mayor parte de nuestros alimentos, y el tiempo necesario para los productos que no podemos cultivar nosotros mismos.  

 Eso es lo que nos mantendrá a flote en tiempos como estos.

"Si bien la mayor parte de su impacto aún está por verse, la crisis de COVID-19 ya ha afectado las cadenas de valor agroalimentarias latinoamericanas a nivel operativo, económico y financiero. Con las numerosas restricciones de movimiento en la región, en algunos países los agricultores han tenido que obtener permisos para transportar sus productos a las ciudades.

En este contexto, la tarea de mantener las actividades de cosecha de la temporada es un desafío, y algunas organizaciones han detenido completamente sus operaciones. ¿Cuáles son las consecuencias? En el sector del cacao, los productores tendrán que fermentar el cacao de alta calidad en sus propios locales. Sin el procesamiento adecuado, las familias tendrán que vender el cacao seco a un precio más bajo.

Dado que los principales mercados de cacao (especialmente de chocolate) de los Estados Unidos y Europa se han visto gravemente afectados por el virus, es seguro suponer que la demanda de este producto básico disminuirá. Toda la cadena de suministro, y especialmente los productores, se verán afectados. Una parálisis general de las economías mundiales puede reducir la capacidad de gasto de los consumidores en los mercados "dorados" y, al mismo tiempo, poner en peligro una de las principales fuentes de ingresos de las familias latinoamericanas.   

Si tan sólo tuvieran un Plan B... 

En lo que respecta al sector cacao, Rikolto siempre se ha centrado en los sistemas agroforestales. Esos sistemas comprenden la combinación del cacao con otros cultivos para obtener sistemas diversificados, dinámicos y a prueba de futuro, que son cada vez más resistentes a las perturbaciones ambientales. Están más capacitados para hacer frente a crisis como la actual.

La disponibilidad de productos básicos como el plátano, la mandioca, el maíz, los tomates, los chiles, las naranjas, los limones y otras frutas está garantizada también en tiempos de incertidumbre. También mitigan los efectos negativos de las cuarentenas y proporcionan a las personas de menores ingresos el acceso a los alimentos básicos. Nuestras organizaciones profesionales asociadas pueden ayudar a alimentar a los más vulnerables entre nosotros, independientemente de que vivan en comunidades rurales o en ciudades.  

La crisis actual nos brinda la oportunidad única de poner de relieve la urgente necesidad de diversificar los ingresos de muchas familias de agricultores. Las zonas rurales han demostrado ser un componente vital en las estrategias de alimentación urbana de los gobiernos en este momento. Los buenos sistemas agroforestales permiten a nuestros asociados ofrecer productos alternativos y explorar nuevos mercados internos". 

"Esta crisis debería servir de nuevo como una llamada de atención a nuestros líderes: somos realmente demasiado dependientes de las importaciones de alimentos. Esto nos hace muy vulnerables. Para darles un ejemplo de mi ciudad, Butembo, en el este del Congo: el precio de la carne bovina ha aumentado un 25% en los últimos días. Viene de nuestro vecino Uganda. El precio del pollo producido localmente se ha mantenido igual en una tienda y ha aumentado sólo un 5% en otra tienda. Por lo tanto, debemos centrarnos en conseguir que nuestras cadenas de suministro locales estén más organizadas.

Pronto empezaremos a ver los efectos de las restricciones de transporte. En tiempos "normales", los comerciantes de alimentos de la ciudad de Butembo van a las zonas de producción para comprar la cosecha de los agricultores: papas, verduras, frijoles, etc. Van de agricultor en agricultor y pagan en efectivo, o visitan los pequeños centros de almacenamiento de los grupos de agricultores. Pero como las fronteras de la ciudad están casi cerradas ahora, esto ya no es posible. 

En los próximos días, discutiré con las organizaciones de agricultores cómo podemos convertir esta crisis en una oportunidad. Debería ser posible agregar alimentos básicos (como las patatas y las judías) en las zonas de producción y organizar el transporte a granel a los centros de almacenamiento del centro de la ciudad, donde los comerciantes pueden comprar los productos. Pero para ello sería necesario que las organizaciones de agricultores tuvieran dinero para comprarles a los agricultores y organizar la recolección y el transporte. Veamos si podemos superar todos los obstáculos". 

"Tengo que pensar mucho en un libro que leí hace unos años por Carolyn Steel llamado "La Ciudad Hambrienta". Este libro me abrió los ojos ya que muestra la importancia estratégica de los sistemas alimentarios locales para alimentar a los consumidores urbanos. 

Cuando camino por las calles de Arusha hoy en día, veo hasta qué punto la ciudad del hambre se está convirtiendo en una realidad.  Se estima que el 40% de los ciudadanos urbanos de Arusha obtienen su principal fuente de ingresos de las actividades turísticas. El turismo se ha detenido por completo desde que la Autoridad de Aviación de Tanzania suspendió todos los vuelos comerciales internacionales. Así que esto afecta a los índices de pobreza en gran parte de la ciudad.

Lo que es muy notable en Arusha y el resto de África oriental es que la primera reacción de la mayoría de los ciudadanos urbanos después de escuchar las noticias sobre la corona es volver a las zonas rurales porque allí se puede garantizar la seguridad alimentaria. En los últimos días, miles de personas han abandonado las ciudades y han caminado durante días para volver a sus hogares y empezar a cultivar allí. La gente teme pasar hambre en las ciudades, y sabe que los alimentos serán abundantes en las zonas agrícolas rurales. 

Esto demuestra claramente que el actual sistema alimentario urbano es muy débil, y nuestro programa de Ciudades Inteligentes para la Alimentación es cada vez más importante para abordar las lagunas en los vínculos entre las zonas rurales y las ciudades".

"Además, no debemos olvidar que la actual pandemia está ahí porque la humanidad cree que todavía podemos dominar la naturaleza y la vida silvestre. Como consecuencia, las enfermedades pasan de los animales a los humanos y crean catástrofes sanitarias. 

Inger Andersen, directora del PNUMA, dijo que la corona es una consecuencia de la falta de cuidado que tenemos con la naturaleza. El comportamiento humano es la causa principal de las enfermedades que pasan de animales a humanos, creando catástrofes sanitarias. Y la agricultura parece ser una de las causas fundamentales para que los humanos conquisten la naturaleza por la tierra.   

Cuando observé cómo los masai del Valle del Rift han interactuado con la naturaleza y la vida salvaje durante muchos siglos, me sentí humilde, pero también me hizo creer que podemos superar esta contradicción entre la agricultura y la conservación de la naturaleza. Creo que las prácticas agrícolas inteligentes como la agrosilvicultura pueden fortalecer la biodiversidad, la conservación de la naturaleza y la gestión de la vida silvestre. Es lo que buscamos con Rikolto al final: apoyar a los agricultores para que se dediquen a actividades agrícolas productivas que respeten las fronteras ecológicas".