El productor salvadoreño invertirá cinco años en su cultivo y tendrá ganancias durante 30, con rendimientos cinco veces mayores a los tradicionales.
La “niña de los ojos” del productor cacaotero Wilber Escobar son sus 700 plantas de cacao de “una cepa de cacao fino y de aroma” que cultiva en la finca Santa Emilia, en Ahuachapán, El Salvador.
Escobar ha apostado a la calidad genética en un negocio rentable y amigable con el medio ambiente en su parcela piloto de Sistemas Agroforestales (SAF) de cacao.
“He luchado por tener uno de los mejores pies de cría de cacao criollo, no es fácil de pegar, pues tiene el 30% de pegue, su material vegetativo o vareta es JSCM (José Santos Cáceres Martínez) descubierta en Tecapán en el Oriente de El Salvador y fue desarrollada por el Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria (CENTA)”, agrega.
Según el catálogo, espera que produzca unas 75 mazorcas de cacao por árbol, lo cual es cinco veces mayor que la producción de un árbol tradicional de cacao que rinde unas 15 mazorcas como promedio.