Nueva oportunidad y nuevo reto para el cacao nicaragüense

Nueva oportunidad y nuevo reto para el cacao nicaragüense

13/10/2015

Tras celebrar su inclusión en la lista de países productores de cacao fino o de aroma, de la Organización Internacional del Cacao (ICCO por sus siglas en inglés), Nicaragua inicia una larga y permanente batalla para garantizar el origen genético y manejo adecuado de su producción. Ya que de ello depende su permanencia en esta clasificación que abre grandes oportunidades para conquistar nichos de mercados muy exigentes, que pagan sobreprecio por calidad. Actualmente en el mercado internacional el precio por tonelada ronda los tres mil dólares. La clave para lograr la permanencia es asegurar el origen genético de las plantaciones y un adecuado proceso de fermentación y secado en la poscosecha. Algo que el país ha logrado en los últimos años con el establecimiento de centros de acopio. Muestra de ello son los premios que ha conseguido a nivel internacional.

La ferementación y posterior secado del cacao permiten que se liberen todos los precursores del aroma y sabor para que esa genética se exprese en la calidad del cacao fino y de aroma, que es el que demanda el mercado mundial de la chocolatería para abastecer el consumo de chocolates amargos y gourmet.

Nicaragua gestionaba su inclusión en la lista de la ICCO que tiene sede en Londres, Inglaterra, desde hace más de una década y en la sesión del 18 de septiembre de este año Melba Navarro de VECO MA fue parte del comité liderado por el Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (Mific) que finalmente logró la entrada.

En el listado figuran únicamente 18 países, la mayoría de América Latina y del grupo solo la mitad, entre ellos Nicaragua ha logrado que el ciento por ciento de su producción sea reconocido como cacao fino o de aroma. El resto tiene porcentajes que oscilan entre el sesenta y ochenta por ciento.

POCO CACAO FINO

La ICCO estima que, en el ciclo 2014-2015, la producción mundial de cacao fue de 4.15 millones de toneladas; de ese volumen, solo cerca del siete por ciento, unas 291,760 toneladas, era cacao fino o de aroma, el resto es cacao mayor u ordinario.

Por lo que las oportunidades de mercado para el cacao nicaragüense son muy amplias. Pero mantener la certificación de la ICCO no es fácil. A partir de este año la organización, que funciona desde 1973, redujo de cinco a dos años el plazo de revisión de la declaratoria. En cada control, si el origen del grano o la calidad del proceso de poscosecha (fermentación y secado) es opacado por alguna duda, se corre el riesgo de que se reduzca el porcentaje de la producción declarada como fino o que el país sea excluido del listado. Entoncés el reto es mantener el registro de las exportaciones por tipo de cacao. Para hacerlo el Cetrex (Centro de Trámites de las Exportaciones) debe crear un código de exportación en el que se especifique que es cacao fino.

Pero lo más difícil será evitar que el interés de ampliar las áreas del cultivo provoque la introducción de material genético que no sea fino. Se tiene previsto que, en los próximos tres años, empresarios privados establezcan unas siete mil hectáreas de cacao (9,870 manzanas), por lo que existe un riesgo enorme de que se introduzcan materiales genéticos que no son finos como el CCN-51 de Ecuador, un clon que está dando muchos problemas en América del Sur, por lo que deben establecer mecanismos para controlar el material que se está usando en las nuevas plantaciones.

CUIDAR EL ORIGEN GENÉTICO

Actualmente no existen restricciones oficiales para prohibir la entrada de materiales que pongan en riesgo la calidad del cacao local, sin embargo, el Instituto de Protección y Sanidad Agropecuaria (IPSA) realiza restricciones para evitar su entrada. Además, el Programa Nacional del Cacao que próximamente entrará en una fase de revisión que será apoyada por la ICCO tiene énfasis en el cacao fino.

Mantener el estatus de productor de cacao fino o de aroma requiere también la instalación de laboratorios especializados para valorar la calidad del cacao y hacer cataciones similares a las que se hacen al café de exportación.

No menos importante es el fortalecimiento del gremio para que los productores puedan gestionar nuevas acciones en pro del mejoramiento de la competitividad del cacao. Así lo reconoce María Eufemia Woo, presidenta de la recién formada Cámara Nicaragüense de Cacaoteros (Canicacao), quien está consciente de que haber sido incluidos en esta lista abrirá grandes oportunidades de mercado porque sirve de referencia para los compradores que buscan cacao fino o de aroma. Pero también establece grandes retos y compromisos de seguir mejorando la calidad de la producción para consolidar el lugar que se obtuvo. Entre ellos, que los productores tomen conciencia de que en el mercado mundial el país no puede competir por cantidad sino por calidad.

OPORTUNIDAD ES CALIDAD

Según datos del Mific, en el ciclo cacaotero 2013-2014 (que inició el 1 de octubre del 2013 y concluyó el 30 de septiembre del 2014) el país produjo 3,358 toneladas, es decir el 0.08 por ciento de la producción mundial que en ese ciclo fue de 4.37 millones de toneladas. Entonces es la calidad lo que le permitirá seguir abriéndose espacios en mercados diferenciados. En ese ciclo el país colocó 2,155 toneladas de cacao en el mercado internacional, por las que obtuvo 4.27 millones de dólares en ingresos.

Otro aspecto que no deben descuidar los productores es que si quieren mantener la calidad y buena productividad en sus plantaciones no deben reproducirlas por semilla sino por injertos. Esto representa un gran reto para el Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA) que debe garantizar la calidad y disponibilidad de los clones usados para la reproducción.

GRAN POTENCIAL

Según un estudio realizado por el Ministerio de Economía Familiar, Comunitaria, Cooperativa y Asociativa, en el país unos 10,500 productores dedican al cultivo del cacao unas 15,754 manzanas y producen más de tres mil toneladas del grano. La mayoría de la producción se obtiene en Río San Juan, Matagalpa y las Regiones Autónomas del Caribe Norte y Sur, zona donde se calcula que existen unas 350,000 hectáreas (493,500 manzanas) con potencial para este cultivo.