“Esto sí, lo podemos hacer”, decían entre si Ingrid y Jessica, mientras batían una bebida de chocolate sobre un fogón artesanal. La cocina ubicada en medio de un campo abierto en la “Ecofinca Luna del Puente”, funciona con utensilios que años atrás eran los únicos dispuestos para preparar chocolate; como morteros de piedra, - y otros más contemporáneos, pero igual de sencillos, - como las máquinas para moler de forma manual.
La finca fue una de las paradas del viaje de intercambio realizado por seis jóvenes productores de cacao de Nicaragua, con el propósito de aprender sobre emprendimientos de negocios en Honduras e iniciar con sus propias microempresas en sus comunidades de origen.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en América Latina, a pesar de las tasas de desempleo relativamente bajas en general durante la última década, los jóvenes representan el 40 % de la totalidad de los desempleados. Los y las jóvenes son obligados a migrar de zonas rurales hacia las ciudades para aceptar formas de empleo arriesgadas y peligrosas en el sector informal, donde no pueden ejercer sus derechos.