Hace 22 años, antes de que el cacao llegara a sus tierras y a su vida, Santos Marcial Leiva Terrones, tenía miedo. En el distrito de Pólvora, provincia de Tocache, en el departamento de San Martín, reinaba la hoja de coca ilícita y la subversión. Solo había asaltos y muertes, eso recuerda. Quienes sembraban hoja de coca para sobrevivir en medio de ese caos, como Santos Marcial, tenían miedo de ser detenidos o de convertirse en víctimas de la delincuencia, el narcotráfico o el terrorismo. El milagro para salir de esa situación estaba en el potencial productivo de la zona.
“Fui el primer cacaotero de mi zona”, cuenta Santos Marcial, hoy socio fundador de una de las cooperativas líderes de la región, ASPROC-NBT. Él fue testigo de cómo hace 20 años las hectáreas con hoja de coca (cultivo ilícito) se erradicaron y se comenzó a sembrar arroz, palma, café y cacao, principalmente.
Costó mucho restablecer esos suelos para que el cacao se adaptara, refiere, pero valió la pena. Hoy miembros de su cooperativa no cultivan cacao de alta calidad en considerable extensión, lo exportan y también se benefician de la producción diversificada con plátano y papaya. Conoce cómo el proyecto “Cacao Noramazónico Sostenible”, implementado por la Asociación Peruana de Productores de Cacao (APPCACAO) en alianza con Rikolto, partió de esta visión para contribuir a la sostenibilidad y posicionamiento del sector cacaotero en la macro región noramazónica.