Según un informe de mayo de una empresa de investigación de mercados y estudios económicos, tres de cada 10 personas en Managua han perdido su principal fuente de ingresos a causa del Covid-19. Se especula mucho que "la situación está empeorando rápidamente", pero aún no hay cifras oficiales. Aún hay menos información disponible sobre el impacto en las zonas rurales.
"La población cercana al lago de Apanás en Jinotega dice que es la gente de la ciudad la que trae la enfermedad", dice Norvin Palma, coordinador de proyectos de La Cuculmeca, una organización no gubernamental que aboga por los derechos humanos y el medio ambiente. Esto es según una encuesta realizada en 18 comunidades alrededor del lago.
"Las familias nos dijeron que ya están distantes porque sus casas están separadas por al menos 500 o 600 metros. 'Si alguien viene a visitarnos, siempre lleva máscaras', le dijo a uno de nuestros colegas durante las entrevistas", dice Norvin, quien también es coordinador del grupo multistakeholder de MASLAGO y representante de La Cuculmeca, socio de Rikolto en esta plataforma.
Conozca la historia detrás del grupo de organizaciones que luchan por la conservación y sostenibilidad de Apanás en este video.
La plataforma multiactor para la sostenibilidad del Lago de Apanás, MASLAGO, fue creada por Rikolto en 2017 y a la fecha ha logrado agrupar alrededor de 20 organizaciones entre cooperativas hortícolas, universidades, ONG, empresas privadas, así como la comunidad indígena que habita la mayoría de los territorios limítrofes con Apanás.
El espacio fue creado para responder a la inminente amenaza de desaparición del lago en la próxima década debido a la sedimentación, la deforestación descontrolada y las prácticas agrícolas nocivas en los alrededores.
El embalse artificial fue declarado sitio RAMSAR por su biodiversidad y actualmente aquí se cultiva el 60% de las hortalizas más consumidas del país. Se espera que la escasez de agua cause desempleo y comprometa la disponibilidad de hortalizas. Esto dará como resultado una dieta menos sostenible y diversa para los consumidores urbanos y rurales.
MASLAGO se ha mantenido activo y se han realizado ajustes dentro del grupo para cubrir las necesidades de la población durante la crisis del Covid-19.
"Para superar el aislamiento estamos trabajando en nuestra parcela, ahora estamos en periodo de limpieza del terreno, mientras esperamos las lluvias de mayo", son palabras de los pequeños agricultores que mantienen sus cultivos de coles o lechugas a lo largo de la costa de Apanás, personificando la frase "los agricultores no paran".
“Para responder a una potencial crisis alimentaria, queremos apoyar la diversificación de cultivos de las familias productoras de hortalizas. Junto a las cooperativas Coosempoda y Coosmprojin, integrantes de MASLAGO, estaremos colaborando con asistencia técnica y fondos para cultivar frijol”, explica Guillermo Gutiérrez, director del proyecto. coordinador de Rikolto.
Guillermo explica que “se espera que participen unos 400 agricultores y el objetivo es cultivar 600 hectáreas de tierra, lo que además les proporcionaría más ingresos económicos en un contexto donde el consumo de hortalizas ha disminuido”.
Para Norvin, el trabajo de organizaciones como La Cuculmeca, la Asociación Infantil Tuktan Sirpi, las mismas cooperativas y más miembros del grupo MASLAGO, han contribuido a un modelo empírico de respuesta comunitaria al Covid-19 en las comunidades.
“Necesitamos que los niños estén informados para que puedan tomar medidas preventivas frente al Covid 19 desde sus casas y en la escuela, por eso visitamos escuelas, les llevamos información y creamos murales educativos con los niños.
A algunos los llevaron para promocionarlos en su barrio", dice Ana Herrera, de la Asociación Infantil Tuktan Sirpi.
"Ya tienen mapeados los vehículos y personas que harían los traslados desde las zonas rurales a los centros de salud en caso de que alguien se enferme. Además, han localizado a las familias en extrema vulnerabilidad que necesitarían apoyo como paquetes de alimentos", él dice.
Este año MASLAGO comenzará a implementar los planes de gestión de fincas diseñados el año pasado. La Universidad Nacional Agraria (UNA) forma parte del grupo y viene liderando esta actividad, que incluye actividades de reforestación y conservación de suelos en las parcelas de 8 familias campesinas.
La idea es intercambiar buenas prácticas entre los socios de las cooperativas y poco a poco promover un cambio de actitud y prácticas.
“Quienes visitan mi finca siempre me dicen lo bonito que es este paisaje”, dice José María Torres, tratando de ocultar su orgullo. La finca de José María está ubicada en la zona de recarga hídrica de los ríos San Antonio de Sisle y Sisle y forma parte del pilotaje de las fincas modelo de MASLAGO.
Además de hacer uso de diversas prácticas de conservación del suelo y conservar el bosque, insiste en que si Apanás desaparece, las pequeñas fuentes de agua de las fincas desaparecerán y eso podría significar que tengan que dejar de producir. "Si dejamos de producir, ¿qué comerán en Managua? E igualmente, si no nos compran, no podemos producir. Todo está conectado", afirma.
Pronto comenzarán las lluvias en Nicaragua y aunque muchas actividades están paralizadas, el trabajo de las cooperativas hortícolas continúa. La cooperativa Coosempoda liderará una campaña de reforestación de 1.000 plantas de las especies guayaba negra, piskin y nogal entre sus integrantes, para contribuir a la protección de las fuentes de agua en las fincas de la cooperativa, y con ello de los ríos que alimentan el espejo de agua de Apanás.
Otra acción en la que participa MASLAGO es la campaña de comunicación. La campaña lleva por título “A través de la higiene prevenimos el COVID-19” y está dirigida a comunidades rurales. La iniciativa está liderada por la Red de Agua y Saneamiento (RASNIC) y varias organizaciones socias de MASLAGO, que ahora suman esfuerzos para promover el uso de agua segura y prevenir la propagación de la enfermedad.