En las faldas del cerro Ungüí, el Quito del Sur crece tomándose las colinas y montañas, diferente en su forma de entender la vecindad y lo solidario. En sus calles, donde hace más frío que en el norte de la ciudad, hace 4 años se empezó a zurcir una red para el comercio justo y los productos agroecológicos que supo hacerle frente a la pandemia.
La semilla de la Cooperativa Sur-Siendo la plantaron varias personas, entre ellos, un joven de 28 años, Diego Viturco.
Conoce su historia y cómo viene contribuyendo a que cientos de familias tengan una alternativa de alimentación sana y económicamente accesible en el sur de Quito.
“Iniciamos con el proceso de crear la Cooperativa Sur-Siendo Redes y Sabores como una alternativa para ubicar alimentos sanos a precio justo en el sur de Quito”, comenta Diego, uno de sus fundadores. Hoy con 32 años recuerda cómo le llamó la atención que, en esta zona que alberga al 36% de la población de la capital, no hubiera acceso a opciones de comercio justo ni a productos orgánicos; una alternativa que sí estaba presente en distintos puntos del norte de la ciudad.
Fue así como, en el 2016, Diego junto a otros jóvenes se aventuraron a coordinar con organizaciones agroecológicas campesinas la compra de los productos que en principio se ofertaban bajo la modalidad de comercio justo.
Tiempo después con capacitaciones se fueron modificando las formas de cultivo lo cual permitió dar el salto hacia los productos orgánicos, hoy en día altamente demandados por los consumidores.
El potencial social de la iniciativa, más que el económico, capturó la imaginación de Diego.
“A mí lo que más me agradó fue lograr el encuentro campo-ciudad. Nos encontramos con organizaciones campesinas dispuestas a experimentar otras formas de comercialización. Fue interesante escuchar a personas en la ciudad que pensaban que el tomate cherry es el mismo tomate, pero que no maduró mucho. Y también los compañeros que venían del campo pensaban que todo Quito estaba lleno de edificios. Conocieron la ciudad periférica que no se muestra en los reportajes y entonces nos decían: ‘aquí es igualito que allá, solo que no hay espacio para sembrar” recuerda Diego.
Nos encontramos con organizaciones campesinas dispuestas a experimentar otras formas de comercialización. Fue interesante escuchar a personas en la ciudad que pensaban que el tomate cherry es el mismo tomate, pero que no maduró mucho.
La cooperativa se nutrió del aporte de organizaciones campesinas de Cayambe, Pedro Moncayo, Machachi, Píllaro, Pelileo y también de Quito (Argelia Alta). Los espacios para los productores de la tierra se empezaron a abrir muy lentamente, pero había poco involucramiento desde la población urbana y la pregunta era ¿cómo lograr que más jóvenes participen? La experiencia y el recorrido de Diego en la organización juvenil y barrial fueron fundamentales.
Las redes culturales fueron también un referente importantísimo. Diego llegó a formar parte de la Red Cultural del Sur, que aglutina a más 35 organizaciones culturales, algunas con “muchísimos años de experiencia”, relata. Este contacto le permitió aprender de quienes ya tenían una larga trayectoria en el espacio barrial organizativo.
“Yo vengo de procesos juveniles. Desde los 13 o 14 años participé en una organización barrial en temas artístico-culturales en la parroquia Chillogallo. De ahí me fui vinculando con otros jóvenes principalmente en asuntos culturales. Posteriormente me integré con la gente del barrio la Mena, empezamos a hacer actividades de apropiación del espacio público y es cuando me empiezo a vincular con la economía solidaria”, comenta Diego.
De cara a la necesidad de aglutinar más voluntades para la comercialización de productos agroecológicos, Diego armó una estrategia doble en la que combinó la necesidad básica y fundamental de comer, con las redes sociales, que han logrado captar la atención de todos, sobre todo de los más jóvenes.
En el primer caso, Diego destaca que “desde chiquitos nos enseñan a comer, pero no a alimentarnos, nos dicen, ‘llénate la pancita’ o ‘acábate todo el plato’”. Su preocupación ha sido conseguir hacer conciencia sobre el valor nutricional de los alimentos, enfatizar sobre la huella de carbono que deja la producción con agroquímicos y, sin duda, involucrar a más personas en el cuidado del ambiente”.
"Desde chiquitos nos enseñan a comer, pero no a alimentarnos, nos dicen, ‘llénate la pancita’ o ‘acábate todo el plato’".
En el segundo caso, ha aprovechado de la presencia y la influencia de redes sociales como Tik Tok y YouTube y con aliades de otras organizaciones, ha generado talleres de técnica de manejo de cámara, edición de video y producción audiovisual, pero el desarrollo de estas habilidades se ha transversalizado con temas como la soberanía alimentaria, el comercio justo y el consumo responsable. “Ha sido un ganar-ganar”, expresa con alegría Diego.
En este contexto de trabajo organizativo, el 2020 se manifestó con toda su fuerza y el 11 de marzo el gobierno nacional hizo el anuncio del decreto de emergencia sanitaria. De pronto un virus hizo que se detuviera el Ecuador y el mundo. La dinámica de comercialización frenó a raya. En el campo se empezaron a quedar con los productos cosechados, y, en la ciudad, confinados y con toque de queda, escasearon los alimentos.
“Yo siempre tuve como pendiente la organización de canastas agroecológicas y con la pandemia… ¡tocó!”, reconoce Diego, quien junto a quienes hacen parte de la Cooperativa Sur-Siendo buscaron y hablaron con las familias que acudían a las ferias para ofrecerles canastas.
Así, la Cooperativa Sur-Siendo Redes y Sabores, a través del sistema de Distribución de Alimentos Sanos Madre Tierra que integra a cinco organizaciones campesinas agroecológicas: Buen vivir de Pedro Moncayo, Sabiduría Pillareña, Allpamanta, Biogranjas de Pelileo y ABAPP, empezó con la distribución de canastas agroecológicas a domicilio, manteniendo precios y pesos justos e incluyendo protocolos de bioseguridad.
En algún momento llegaron a entregar hasta 180 canastas semanales de puerta a puerta, para lo cual fue importante establecer 5 rutas de distribución, lo que implicaba acercarse a un aproximado de 35 hogares. “Fue un trabajo súper fuerte si le sumas la preocupación de contagiarte de Covid-19, los horarios de toque de queda, los permisos para circular, entre otros”, recuerda Diego.
Al reabrirse las tiendas agroecológicas y el mercadito (la feria) disminuyeron las entregas de canastas. No obstante, cada sábado se continúan distribuyendo no menos de 20 canastas agroecológicas. Actualmente, la labor cooperativa se cumple con 12 socios activos, pero es tal la demanda que en las labores cotidianas llegan a participar regularmente unas 20 personas entre familiares y amigos.
“Del grupo de compañeros que estamos ninguno se contagió. Asumimos que se debe al protocolo que teníamos para acopio, preparación y entrega de canastas, le pusimos mucho cuidado en cada detalle, y es un logro realmente tomando en cuenta que jamás paramos nuestras actividades durante toda la emergencia”, revela Diego.
"Le pusimos mucho cuidado en cada detalle, y es un logro realmente tomando en cuenta que jamás paramos nuestras actividades durante toda la emergencia."
En alianza con Rikolto, la cooperativa viene perfeccionando desde inicios de año el Sistema de Alimentos Madre Tierra, que hace posible la distribución de alimentos vía a domicilio y la organización de ferias urbanas. Sin embargo, este año tuvo que adecuarse para acercarse al consumidor en medio del distanciamiento social usando canales virtuales.
El trabajo de los jóvenes se valora en la cooperativa. Gracias a su labor, y a la de artistas locales y movimientos culturales al sur de Quito, más familias “conectan” con el derecho a la alimentación saludable. Socios y dirigentes barriales también se encuentran en constante comunicación para una retroalimentación y más ideas sobre cómo mejorar la experiencia del consumidor.
Colaboración | Redacción: Belén Naranjo - Consultora de Comunicación | Edición y estilo: Natalia Palomino - Comunicadora de Rikolto para Latinoamérica - natalia.palomino@rikolto.org | Revisión: Nataly Pinto - Directora del Programa de Sistemas Resilientes y Sostenibles (SAS) de Rikolto - nataly.pinto@rikolto.org.