¿Cómo enseñar a otros jóvenes a empoderarse mientras construyes tu propia historia de empoderamiento?
La mayor parte del tiempo, “ser joven” requiere esforzarte más para estar a la altura de las personas con más experiencia laboral y de vida. No queremos ser el “novato” o “novata”, y o “quien viene a aprender”, y me atrevo a decir que esto no cambia porque seas de la ciudad o del campo.
Las barreras a las que nos enfrentamos los jóvenes son altas, tanto sembrando cacao, como dirigiendo un proyecto que intenta vincular a jóvenes urbanos y del campo y viceversa.
En Nicaragua, el 61% de la población es menor de 30 años y la mayoría se concentra en las ciudades de Managua, Matagalpa y la Región Autónoma del Atlántico Norte, donde se ubican las organizaciones de agricultores socias de Rikolto, y los jóvenes con quienes trabajo.
Recuerdo a un par de jóvenes, técnicos en agronomía, que manejaban las plantaciones de cacao de su familia exactamente como les decía su Padre.
Aunque sabían que las prácticas no eran correctas - después de participar en varias capacitaciones e intercambios con Rikolto – me decían ¿cómo le digo a mi Papá que está equivocado? ¡Se me va a armar una...!
Viví lo mismo con algunos familiares, con jefes en otros trabajos, con personas mayores que yo. Muchas veces me quede callado, aunque podía aportar, por miedo a que me dijeran: “cállate que no sabes nada”, “me vas a enseñar a mí que ya estoy viejo”, “si aquí estas aprendiendo”, entre otros.
Recuerdo a Abner, tenía unos 14 años cuando lo conocí, era un líder nato un “chavalo chispa” como decimos en Nicaragua.
Era normal escucharlo decir frases como “más sabe el diablo, por viejo que por diablo”, o refranes muy nicaragüenses y folclóricos, lo que esperarías escuchar de un adulto…
“¿Sabía usted que la semilla fresca del cacao - tras la eliminación de la pulpa- puede pesar entre 1 y 2 gramos?, mientras que la semilla seca puede pesar entre 0.9 y 1.5, dependiendo del tipo de cacao cosechado y la época en la que se realice. En verano las almendras suelen ser más pequeñas, mientras que en invierno aumentan su tamaño y peso” me decía con sus enormes ojos grises.
Les juro que él me enseñó de cacao más de lo que pude leer en algún libro, con datos reales y ¡comprobados!
Abner, y sus hermanas, que también eran muy parecidas a él en su forma de pensar y recolectar conocimiento, son un ejemplo de cómo a través del conocimiento y aprendizaje podemos convertir esas barreras en mayor autoridad para tomarnos los espacios.
Yo nunca viví en el campo, pero ¿adivinen?, aunque era mayor que los jóvenes del proyecto, teníamos muchas cosas en común, manejábamos y nos atraían los mismos temas, por eso sabía cuándo se “hablaban con los ojos” entre ellos para decirse que ya los tenía aburridos en alguna capacitación.
Recuerdo estar en la casa de Arlin, esperando a que llegaran el resto de los jóvenes para empezar una capacitación. Él le contaba a otro joven como se había ido de su casa a los 22 años a buscar vida solo, para salir de las reglas de la casa de su Papá. Y como eso le ayudó a madurar y a entender que la vida es dura, pero que uno se debe adaptar a los cambios.
Luego de unos años su Papá le dio la oportunidad de hacerse cargo de sus tierras, plantaciones y de toda la finca. A mí me pasó algo similar, pero sin finca, y me fue bien como a Arlin.
Lo mejor que hice al iniciar el proyecto, fue una gira a cada comunidad de Matiguas, Río blanco y Santa Rosa de Paiwas, en total visité 17 comunidades donde implementamos el proyecto “La Juventud si puede”.
Me caí, resbalé, enlodé, mojé, y muchas veces pensé en renunciar, luego de 2 horas caminando cerro arriba, bajo la lluvia y en el lodo.
¡Me encantaba!, era mi sueño hecho realidad desde siempre, estar en el centro de la producción. Esa gira me ayudó a conocer a los jóvenes, a identificar quienes iban a ser mis aliados. A conocer los retos que existían y a definir cómo los venceríamos juntos.
Si nosotros en la ciudad, con acceso a una mejor educación también participamos y replicamos el machismo, una sexualidad tóxica e irrespeto por el medioambiente, súmenle el miedo a hablar en público, a temer a expresar tus opiniones delante de alguien de la ciudad. Así, que lo primero fue ayudarles romper esa timidez.
¿Cómo? 60% del tiempo de mi visitas o reuniones con ellas y ellos eran bromas, juegos, actividades lúdicas, en las capacitaciones nos deteníamos a hacer dinámicas grupales, hacíamos juegos con “castigos” para que repitieran lo aprendido, para que pasaran al frente a expresar sus opiniones.
Me parecía cruel si pensaba en mis años de la universidad cuando pasaba a exponer sudando y tartamudeando. Ahora imagínense hablar de sexualidad con muchachos que creen que ese tema es tabú, que sus papas nunca les hablaron del “tema prohibido”.
Al decir la palabra pene o vagina, se sonrojaban y se quedaban viendo para ver quién era el primero que soltaba la carcajada. No creo haber cambiado mucho, pero estoy seguro de que los muchachos al menos tienen más información sobre el tema.
¡Qué difícil es esto! Podes visitar a los Padres y explicarles que queremos hacer, podes hacer las reuniones en la casa de las muchachas, pero casi siempre pasaba lo mismo. Las muchachas tenían que ayudar en la cocina para hacer el almuerzo. - “Don Julio, mande a la Kenia a la capacitación que es importante”, - “Ya ahorita que termine de ayudar a su Mamá va” me contestaban.
Lo intenté varias veces, pero era Walter (su hijo) el que tenía que aprender de cacao y de todas estas cosas porque la Kenia tenía que ayudar a su mama en las tareas del hogar. Imaginen el conato de infarto, cuando le dije que la Kenia había sido seleccionada para recibir un diplomado por un mes en Honduras.
Fue algo difícil, y aún con la confianza que creía tener con los padres de los muchachos, y con todas las conversaciones que tuve con gran parte de ellos para promover la participación femenina, llegamos a duras penas a una participación del 32% de muchachas en este proyecto, y en algunas de las actividades.
¡Qué experiencia!, 206 jóvenes en el proyecto, cinco emprendimientos (ruta turística, acopio de cacao, “cacaoteria” y puntos de ventas de insumos), dos años después hay dos negocios en pie. Hay que recordar la crisis que vivió el país, lo difícil que es hacer negocios en Nicaragua y más con la poca experiencia en el tema para los jóvenes. Aún si, me pareció exitoso.
Primero se construyeron ideas de negocios con los muchachos y muchachas, luego se eligieron las mejores ideas, de estas se diseñaron perfiles de negocios, y por último se seleccionaron las mejores ideas para construir planes de negocios y financiarlos.
Fue un proceso de aprendizaje para los jóvenes que siempre se podría mejorar. Con más tiempo invertiría en más capacitaciones para los muchachos y muchachas, más intercambios con otros jóvenes emprendedores y exitosos.
¿Quiere ver y oír a las jóvenes y los jóvenes en acción mientras aprenden sobre el cacao? Eche un vistazo a este vídeo de dos minutos (en español).
https://www.youtube.com/watch?v=3liWToLjjpE&t=33s