Al cierre del mes patrio, Lima estuvo a punto de perder su más emblemática conexión con el campo por darle la espalda a los productores. Un domingo, último día de julio caducaba el permiso de Agroferias Campesinas para continuar operando en el Puericultorio Pérez Araníbar, donde 3 500 consumidores de varios distritos de la urbe van a comprar todas las semanas.
La Beneficencia de Lima, administradora privada del Puericultorio, ya les había pedido las llaves del recinto ferial ubicado en el distrito de Magdalena, donde encontraron un nuevo hogar a inicios de la pandemia, acusando “falta de instrumentos legales y/o documentos que legitimen” la ocupación. La consulta sobre cómo continuar fue respondida recién al cierre de un día muy triste, por el alcalde del distrito: “Agroferias se queda en Magdalena y cuenta con todo mi apoyo” reza su Tweet. Llegó un día después de que se pasara la voz entre los caseros y productores, que la ciudadanía comenzara a reunir firmas y que se pasara la voz por redes sociales. El gerente de Agroferias explica la propuesta de fondo sobre la que se desea avanzar:
“Lo que se busca es la extensión del convenio hasta que podamos encontrar una nueva ubicación, y apoyo de la municipalidad para identificar un nuevo espacio, estratégico para el consumidor, bajo un convenio que de estabilidad y garantice condiciones para los productores y consumidores.”
Las Agroferias Campesinas de Magdalena encontraron en el Puericultorio un nuevo hogar tras la pandemia. Aún está por verse cuanto tiempo más se quedarán. La feria entrega alimentos saludables semanales para los 200 niños y niñas del Puericultorio.
Los retos los hicieron madurar como organización con mirada empresarial, pero también expuso a consumidores y productores a una incertidumbre permanente.
La sugerencia de reubicación no es nueva y expresa un problema de larga data, más allá del ámbito local. Desde hace 9 años las Agroferias vienen coordinando con autoridades e instituciones para mejorar las condiciones de comercialización para más de 70 productores de 22 regiones del país, así como emprendedores y comercializadores solidarios que compran directo al productor.
En ese tiempo, con diversas instancias, fueron normales los retrocesos por cambios de funcionarios o de autoridades. Pactar un acuerdo tomaba tiempo, las respuestas podían llegar tarde y las soluciones a menudo exigían la adaptación del modelo de operaciones, autogestionado, de la feria.
Y es que a nivel de país se alienta por ley la realización de ferias de productores, pero bajo una modalidad itinerante. Esta visión desaprovecha la oportunidad que brindan las organizaciones de productores para un ingreso directo, sin intermediarios para el productor, elevando el consumo interno de alimentos del campo.
“Estos espacios son promovidos por entidades estatales o privadas, de forma esporádica, o con alto nivel de rotación de sus participantes, sin volverlos partícipes del proceso de organización.”
En Lima coexisten diversos tipos de ferias itinerantes que ofrecen alimentos frescos, pero que no siempre garantizan el origen y trazabilidad de los productos que ofrecen, explica Vanesa Ramos, coordinadora de proyectos en Rikolto.
La ausencia de una normativa que regule el uso del espacio público, específicamente para ferias de productores u agricultores familiares, supedita las oportunidades en alimentación a la voluntad política del gobierno de turno. Por ejemplo, requiere que sus organizaciones inviertan recursos extraordinarios para lidiar con la burocracia, renovando permisos o renegociando condiciones de manera constante.
Con ellas, además de ofrecer alimentos sanos, frescos, agroecológicos a los consumidores, habría una ganancia más directa para quien produce el alimento. “Necesitamos educarnos en la importancia de cómo se producen los alimentos y de comprarlos directo al productor. Buscamos que la inclusión de esta figura en la normativa sea una oportunidad para conectar la producción de campo con el consumo en la ciudad”, añade la experta.
Garantizar las condiciones para que se mantengan en un vecindario, abre oportunidades para otras ferias de productores en Lima. Y requerimos de estos espacios para garantizar el derecho humano a la alimentación y hacer frente a eventos disruptivos. Por ello, recientemente activado Consejo del Sistema Alimentario de Lima Metropolitana (CONSIAL) ha empezado a trabajar en una propuesta de ordenanza metropolitana sobre el uso del espacio público para ferias de alimentos, que aprende de casos como el de Agroferias y sus retos. La asociación da sus primeros pasos hacia la incidencia y sistematización de la experiencia para un espacio multiactor con el apoyo de Rikolto.
Como parte de un compromiso de años, el equipo de Agroferias dialoga con los vecinos del vecindario, perfeccionan protocolos de exhibición y manipulación (inocuidad), se capacitan continuamente, y son supervisados por el Ministerio de Salud y municipalidades.
Entre el 2021 y 2022 las Agroferias lograron aliarse con municipalidades de San Isidro, San Borja, La Punta para la creación de nuevas ferias (o pilotos) en parques y plazas públicas, como lo hicieron antes de la pandemia, como parte de programas de incentivos o de promoción.
En 2020, al inicio del convenio con la Beneficencia de Lima, la Municipalidad de Magdalena reconoció públicamente su modelo pionero de bioseguridad, pero la diligencia y el orden en las Agroferias antecedieron a la pandemia, explica su gerente:
"Ya desde la avenida Brasil usábamos mascarillas, teníamos baños y contábamos con medidas de seguridad. Por eso nos reactivamos con rapidez y logramos funcionar hasta 4 días a la semana, tomarnos pruebas cada 15 días, implementar en todos los puestos billeteras electrónicas, etcétera. Aparte de eso, tenemos una buena relación con la Municipalidad de Magdalena, y la alianza con ellos nos permite estar acá."
Carlos Lazo
Gerente de Agroferias Campesinas
Pese al esfuerzo y a las buenas relaciones para operar, no ha sido posible avanzar hacia el establecimiento de acuerdos (reflejados en ordenanzas) que permitan una estabilidad de mediano o largo plazo. Aún ahora, con un renovado apoyo del alcalde, el pedido de reubicación podría repetirse al cambio de autoridad que ocurrirá en octubre de este año. Mientras la incertidumbre caracterice las negociaciones, es imposible planificar y desarrollar una propuesta adecuada de sistema alimentario.
Actualmente, aliados para el fortalecimiento institucional de Agroferias son Grupo Acurio, BID LAB, PUCA, La Revolución, Rikolto y la Cooperación belga. En imagen: Primera reunión de socios del programa quinquenal de Rikolto 2022-2026
Mientras varias ferias en Lima desaparecieron durante el primer año de pandemia, Agroferias continuó conectando a productores familiares con consumidores. Compartimos testimonios de su legado:
Rico Pato nació del emprendimiento de un joven Dionisio, en Lurín. En 2019 se contactó con Agroferias en una rueda de negocios. La pandemia cerró sus otros canales de venta y justo entonces le llamaron de la asociación para pedirle “que regrese el pato a la feria”. Su primer producto en pandemia fue pato entero empaquetado al vacío.
La asociación familiar Molino viejo de Huarochirí es liderada por doña Maricela. Las Agroferias son su único punto de venta directa al consumidor. La pandemia aumentó el consumo de alimentos sanos y nutritivos, y le hizo ver una oportunidad de mercado más allá de las carnes y lácteos. Para ella las Agroferias empoderan al productor, pero este debe ser visionario.
Elsa, productora al frente de Fundo Chumpe Autosostenible, cuenta que ahí vende y educa. Siente que con la pandemia los productores ganaron en más de un sentido. Para salir adelante su negocio innovó con concentrados y pulpa a base de fruta (nopal, chirimoya).
“Estos espacios son promovidos por entidades estatales o privadas, de forma esporádica, o con alto nivel de rotación de sus participantes, sin volverlos partícipes del proceso de organización. Se desaprovecha la existencia de asociaciones de productores de pequeña escala, con capacidad organizativa para la producción y venta de alimentos.”
Al caducar el permiso de uso de espacio que otorgaba la Beneficencia, y con una respuesta tardía de la municipalidad, pudo ponerse en riesgo toda la operación. De prosperar el traslado (fuera del distrito o del Puericultorio), la iniciativa hubiera quedado (nuevamente) sin una sede principal de ventas, centro de operaciones y acopio. Pilar y Costanza cuentan por qué prefieren consumir alimentos sanos de las Agroferias semanalmente.
“Eres lo que comes”, nos dice Pilar. Por eso visita las Agroferias desde otro distrito. "Cerca tengo supermercados, pero prefiero venir aquí. Mi familia siempre estaba enferma, y he visto cómo Agroferias ha beneficiado su salud. Al escoger los productos naturales aquí comencé a cambiar mi forma de consumirlos."
Costanza compraba en ferias orgánicas hasta que conoció las Agroferias. Encuentra a productores dispuestos y confía en los productos que venden, sabiendo que un certificado orgánico es algo que no todos pueden pagar. "Un alimento con pesticidas no es apto para el consumo humano. Vengo por un producto fresco y agroecológico, algunos incluso tienen certificado de eso."
Un modelo como el de Agroferias ha probado ser resiliente en crisis como la pandemia y tiene el potencial para alimentar a la ciudad a precio justo. El programa de Rikolto en Latinoamérica apunta a replicar la experiencia; sin embargo, para elevar el acceso de alimentos frescos, saludables y agroecológicos con estas iniciativas se requieren acuerdos más permanentes, sobre ubicaciones accesibles y estratégicas, acordadas con las autoridades y los vecinos.
“Ubicados en la avenida Brasil siempre tuvimos y tendremos problemas. Tras la pandemia, hubo conversaciones para mover las Agroferias a la Costa Verde y, contrario a lo que puede parecer, es la Tierra prometida. Las Agroferias son para todos.”
Carlos Lazo
Gerente de Agroferias Campesinas
Si se pierde nuevamente el espacio, se pierde el valioso nexo que vienen forjando productores y consumidores. Se pierden también oportunidades como la generar una cultura de alimentación más consciente y fortalecer nuestra identidad nacional basada en nuestra rica agrobiodiversidad.
Desde la mirada de sistema alimentario, las ferias aportan al consumo interno y, con ello, aseguran dos condiciones: 1) Disminuir la dependencia hacia importaciones de alimentos, que deja a la ciudad expuesta a próximas crisis alimentarias. 2) Eliminar a los intermediarios para que los productores reciban ingresos directos y más justos por su trabajo, condiciones para alcanzar un ingreso digno para quienes producen alimentos.
“Ante la falta de apoyo a la agricultura familiar y en escenarios de crisis como los acontecidos con los fertilizantes, huelgas y paros nacionales; los mayores riesgos están en el eslabón de la producción. Para que los alimentos lleguen a nuestras mesas toca defender y mejorar espacios como la feria. Seguiremos atentos para ver cómo se concretiza la respuesta de la municipalidad.”
Mariela Wismann
Investigadora del proyecto Vecindarios Alimentarios en Lima y Quito
Agroferias es un referente para repensar el modelo. Pero también un caso para que consumidores, productores y autoridades se sienten a la mesa para discutir. Como ciudad debemos avanzar en generar entornos alimentarios propicios. Pensando mejores condiciones de comercialización que recompensen el esfuerzo de las y los campesinos, aseguramos que el derecho a la alimentación sea para todos y todas.
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Vanesa Ramos
Coordinadora del Programa Sistemas Alimentarios Sostenibles en Ciudades | Perú