A pesar de representar la mitad o más de la mano de obra agrícola en muchos países de África, Asia y Latinoamérica, las mujeres en el agro enfrentan una problemática de desigualdad que limita su productividad. Incluso cuando proceden del mismo hogar y cultivan las mismas cosechas, sus parcelas suelen tener menor rendimiento que las de los hombres. Esta diferencia se debe en gran parte al acceso desigual a insumos como semillas y fertilizantes, a la escasa asistencia técnica, y al financiamiento limitado. A esto se le suma obstáculos como el menor nivel educativo, mayor carga de trabajo doméstico, dificultades en la movilidad y menor dominio de la mano de obra.
Hoy en día, lograr una mayor igualdad de género no solo es una cuestión de equidad, sino también de eficiencia. Aunque es difícil cuantificar las pérdidas económicas producto de la desigualdad, un informe de la FAO (2023) estima que cerrar la brecha de género en la productividad y la brecha salarial en el empleo agrícola aumentaría el PBI mundial en casi USD 1 billón y reduciría el número de personas que padece inseguridad alimentaria en 45 millones.
En Rikolto sabemos que las iniciativas puntuales orientadas a abrir más oportunidades a las mujeres en el sector agroalimentario son pertinentes, pero aún insuficientes. Es necesario ir más allá y empezar a integrar el enfoque de género en la profesionalización de las organizaciones, la promoción de modelos de negocio inclusivos y las cadenas de valor sostenibles. Pero ¿cómo lograrlo? Conoce cinco prácticas que aplicamos en nuestros programas sensibles al género en sistemas alimentarios.
Reservar tiempo y presupuesto para llevar a cabo un análisis de género participativo es fundamental para comprender las funciones, responsabilidades y limitaciones específicas a las que se enfrentan las mujeres y los hombres en las comunidades destinatarias y en sistemas alimentarios locales. Este permitirá identificar oportunidades para reforzar la igualdad de género en el programa, siempre y cuando las mujeres y las organizaciones dedicadas (o motivadas) a cuestiones de género participen en el análisis, en lugar de basarse exclusivamente en fuentes secundarias.
Esta ruta participativa fue seguida en 2021, cuando Honduras se convirtió en el primer país en adoptar una política de igualdad de género para su sector cafetero. Para desarrollar esta política sectorial, la Plataforma por un Café Sostenible en Honduras (PCSH) y el Consejo Nacional del Café (CONACAFE) se asociaron con Rikolto y Solidaridad Network con el fin de impulsar un proceso de consulta con todos las y los actores de la cadena del café para formular la estrategia.
En 2022, desde la Plataforma SICACAO en Centroamérica concretamos un diagnóstico para cerrar la brecha de género en el sector cacaotero en Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador. Fueron 126 informantes participantes del proceso consensuado con los enlaces de las plataformas nacionales ante el SICACAO, la Comisión Nicaragüense de Cacao (COMCACAO), el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y los ministerios de agricultura y desarrollo agropecuario de Guatemala, República Dominicana, Panamá, Costa Rica, Honduras, entre otros.
Ver a otras mujeres en roles de liderazgo y coordinando los procesos de formación puede inspirar más confianza en las participantes de iniciativas que contemplan coaching para emprendedores o asesoría sobre negocios inclusivos. Esto fue aplicado en el Proyecto Generación Alimentación en Ecuador. Durante la experiencia fue una prioridad con mujeres que acompañen el proceso como mentoras, expertas o tutoras.
“Queremos inspirar a jóvenes a asumir posiciones de liderazgo en sus negocios, y que mejor que hacerlo con mujeres profesionales con amplia experiencia, motivación y que den cuenta de sus caminos recorridos para llegar a espacios donde suele encontrarse a más hombres.” Carolina Salazar, coordinadora del Proyecto Generación A en Ecuador.
Esto también se aplica a las mujeres técnicas en campo. Adriana Morales es parte del equipo barista del Comité Campesino del Altiplano (CCDA) en Guatemala y señala que el machismo presente en el territorio es una de las razones por las cuáles promueve acciones específicas, con mujeres y para mujeres. Ella considera que el acompañamiento de mujeres a otras mujeres empodera, les permite aprender, sentirse seguras y expresar sus dudas sin temor. Junto a Rikolto, el comité impulsó el acompañamiento a mujeres como parte de la certificación de Sello Manos de mujer que permite asegurar mejores condiciones de trabajo a las mujeres. Esta acción fue parte del Programa Ingresos dignos en cacao y café de Latinoamérica, financiado por la Cooperación belga.
“Al momento de visitar las parcelas, tratamos de que compañeras técnicas acompañen a mujeres productoras. Es darles esa confianza y que también ellas pueden confiar en nosotras y saber que tienen un lugar seguro. Les transmitimos que, sí, las mujeres podemos lograr muchas cosas.” Adriana Morales, equipo barista del Comité Campesino del Altiplano
Este tipo de acompañamiento en campo también puede ayudar a comprender las mejores formas para reducir la carga de trabajo de las mujeres. Por ejemplo, al introducir nuevas prácticas para la preparación de la tierra, los sistemas agrícolas integrados, el uso de insumos alternativos, la gestión sostenible del agua, la diversificación de cultivos; introduciendo sistemas de riego por goteo modulares y flexibles que se adapten a las parcelas, a menudo más pequeñas, de las mujeres y puedan repararse fácilmente sin necesidad de ayuda externa; bombas solares ligeras y portátiles que puedan ser trasladadas y manejadas fácilmente por las mujeres.
Incorporar el enfoque de género a este nivel de las iniciativas también puede apoyar la adopción de tecnologías e innovaciones agrícolas con enfoque de género para reducir las tareas y la carga laboral de las mujeres, mejorar la productividad y aumentar la resiliencia al cambio climático.
Aunque las mujeres son parte importante de la dinámica en los sistemas agroalimentarios, esto no suele traducirse en una mayor participación en los espacios de decisión que definen sus condiciones laborales. ¿Tienen las mujeres las capacidades, conocimientos u condiciones para participar eficazmente en estos espacios? Es la interrogante que a menudo se sugiere en plataformas o espacios multi- actor de los sectores de café y cacao, con una participación predominante de hombres. La respuesta es sí. Entonces ¿qué falta para asegurar su participación? ¿tenemos datos sensibles al género para impulsar un debate más inclusivo?
En 2024, Rikolto, Ecosad y la Red de Agricultura Ecológica del Perú, socios del Programa Sistemas Alimentarios Sostenibles para las Ciudades, participaron en espacios de discusión para generar una agenda alimentaria para la ciudad de Lima, junto a otras organizaciones aliadas: mujeres líderes en mercados, investigadoras, funcionarias y mujeres de organizaciones no gubernamentales, además de mujeres líderes de las ollas comunes de Lima, participaron del debate y la gesta de soluciones desde barrios y distritos. Así se va construyendo una hoja de ruta para contribuir al diálogo sobre la política pública alimentaria, integrando todas las voces.
Desde Ecuador, el Proyecto Camino a la Reactivación del Ecuador Agroalimentario (CREA) impulsó durante nueve meses en cinco organizaciones de productores y productoras de Morona Santiago, Zamora Chinchipe, Esmeraldas, Orellana y Chimborazo, la construcción de las agendas de género. Se socializaron las agendas al interior de las organizaciones de base y externamente con autoridades locales, lo que permitió articular las demandas y propuestas de las mujeres con las políticas públicas en cantones y provincias del país. Como resultado, el impacto de las mujeres en la toma de decisiones se ha fortalecido y su voz es cada vez más relevante en la agenda institucional. Las mujeres presentaron en diferentes instancias frente autoridades locales y provinciales su perspectiva respecto de la violencia de género, embarazo de adolescentes y cómo el cambio climático las afecta.
“Lo que más me motivo es saber que con otras mujeres de otras organizaciones compartimos los mismos problemas y a través de las agendas de género los hemos visto para encontrar soluciones y hacer conexión con autoridades para que conozcan de nuestra realidad, de nuestro trabajo y nuestras metas”, señala Laura Pincay dirigente de ASOMURCHOQ: Asociación de Producción Artesanal de Mujeres Rurales Choco Quinindé.
En Lima Metropolitana, la Red de Ollas Comunes, lideradas por mujeres, cuenta con 15 acciones prioritarias para garantizar el derecho a la alimentación. Busca contribuir aun cambio radical en la forma en la que se conciben las políticas públicas para que garanticen el derecho a la alimentación de quienes hoy no pueden acceder a suficientes alimentos. Se basa en la experiencia de lucha desarrollada por las ollas desde el inicio de la pandemia para alimentar a casi 250 mil personas. Articula seis ejes de política pública alimentaria que involucran los distintos niveles de gobierno (nacional, regional y local), al sector privado,a los agricultores familiares, a las agencias de cooperación, a la academia,a las ONG y a las organizaciones sociales.
Sea a nivel de proyecto, programa o política, toda iniciativa que pretenda transformar la realidad en favor de la equidad debe considerar que no todos los grupos tienen el mismo punto de partida. Por ello, es importante incorporar indicadores desagregados para datos e indicadores por género y/o grupo minoritario como parte del seguimiento regular, y eventualmente objetivos de género como parte de indicadores de desempeño de su iniciativa o institución (KPI), asegurando informe periódico de ello. Estos datos permitirán pensar la dimensión de género en términos de brechas e impacto, como lo trabaja nuestro Proyecto Derecho Humano a la Alimentación que participa activamente en el proceso de actualización de la Política Nacional de Derechos Humanos en Honduras junto a número de actores. Acompañamos la elaboración de indicadores destinados a evaluar el impacto de los derechos humanos y la equidad de género.
Abordar esta brecha de datos con cambios concretos en instrumentos es esencial para garantizar la participación en procesos públicos y que se respeten los derechos de las poblaciones vulnerables, asegurando que los sistemas alimentarios sean equitativos.
"Mas allá de la desagregación es importante avanzar en un análisis completo de género para comprender el impacto de estas políticas y conocer cómo experimentan la seguridad alimentaria y sus derechos a la alimentación los distintos grupos étnicos y raciales, pues existen cargas y exclusiones heredadas. Las mujeres indígenas lencas suelen ser excluidas de procesos educativos, de formación (con proyectos que suelen promover solo la participación de hombres), de ocupar cargos directivos, de ostentar tenencia de tierra, de solicitar crédito, entre otras." Raúl Pinel, coordinador del Proyecto Derecho Humano a la Alimentación en Honduras.
¿Se relacionan las labores de cuidado y la participación laboral o profesional de las mujeres en el agro? La respuesta es sí. La mujer es tradicionalmente la responsable de cuidar a los niños en el hogar, y aunque eventualmente esa responsabilidad puede ser compartida, en las mujeres con niños menores la necesidad de servicios de guardería se vincula a una menor participación de las mujeres en la fuerza laboral de todo tipo de organizaciones. Reconocer y valorar las responsabilidades de cuidado que caen en las mujeres, jóvenes y adultas, permite repensar los servicios y actividades donde participan las mujeres para reducir las necesidades de cuidado que caen en ellas y en sus familias.
Desde el Proyecto Caficultura Sostenible, liderado por Rikolto en alianza con la Plataforma Multiactor del Café de Cajamarca (PMACC) y financiado por JDE Peet’s en Cajamarca, Perú, uno de los resultados deseados es impulsar planes de gestión organizacional con servicios de extensión estandarizados, entre ellos el de guardería itinerante. Este tipo de servicio tiene el potencial de promover la participación de extensionistas mujeres y promotoras al servicio de organizaciones cafetaleras en el territorio. La medida puede potenciarse con espacios de capacitación en género (y nuevas masculinidades) dirigidos aotros públicos como líderes, extensionistas y formadores, para crear un entorno de intervención sensible al género.
Armando Inga, integrante de Red Técnica del Norte, organización socia de la PMACC, señala que esta necesidad surge de ver la escasa participación de mujeres técnicas en actividades de capacitación y de ver llegar a otras con menores de edad bajo su cuidado. La plataforma integra a más de 40 organizaciones del sector cafetalero, diez de ellas organizaciones de productores, a quienes les interesa abrir esta discusión que pretende una inclusión plena.
"Se deben destinar recursos para que los niños puedan ser acogidos en un espacio cercano a los entrenamientos, y aún más si la ambición es dar un servicio completo: con juegos didácticos, servicios higiénicos y de alimentación. La pregunta es ¿qué condiciones podemos brindar para asegurar la asistencia efectiva de promotoras, técnicas, facilitadoras? La idea básica es generar un servicio itinerante de guardería, asignando a un especialista remunerado para empezar." Armando Inga, integrante de Red Técnica del Norte / Plataforma Multiactor del Café de Cajamarca